La emblemática frase se escuchó por última vez en nuestro país y nosotros estuvimos ahí!
Hay frases que son difíciles de decir y aceptar, algunas más que otras, pero sin temor a equivocarme, la más complicada es pronunciar un “hasta nunca”. A veces quisiéramos que ese hasta nunca sea un “hasta pronto”, y es complicado, ya que el tiempo es tirano y no perdona.
Pero fue lo que tuvimos que aceptar y enfrentar el pasado sábado 23 de Abril, y es que un grande, no solo del Rock, sino de la música, se despedía del público argentino.
Así es, tuvimos que despedirnos de KISS, una de las bandas más grandes de todos los tiempos, y su despedida fue tan gloriosa como su historia, ya que aproximadamente 50 mil almas acudieron al Campo Argentino de Polo para presenciar este épico y único evento en la vida.
El grupo argentino Arde la Sangre, liderado por Corvata Corvalán, fue quien tuvo el honor y privilegio de calentar la noche y el corazón del ejercito kissero, que iba colmando las plateas y el campo.
Llegada las 21:30 hs., salió en escena KISS, que como de costumbre, nos deslumbró con una impactante apertura del show. Fuegos artificiales y bombas de estruendo acompañaban a los primeros acordes de la canción “Detroit Rock City”, seguido por clásicos como lo son “Shout It Out Loud” y “Deuce”. Pasando así por los discos “Destroyer” y su álbum debut “Kiss”, tocando el corazón de los más fieles seguidores desde tiempos inmemorables.
“Creatures Of The Night” también rugió en la noche con el tema “War Machine” esperado por muchos, con su riff rockero que tanto lo caracteriza, y una visualización en las gigantescas pantallas que potenciaban la experiencia. Lo siguió “I Love It Loud”, del mismo disco para continuar con la temática y mantener la energía intacta.
“Sonic Boom” tuvo su momento con la canción “Say Yeah”, quizás una de las más coreadas. Y es que, es difícil elegir un tema cuando luego, la vieja guardia volvió a gritar fuerte con el maravilloso tema “Cold Gin”, un tema clásico de los inicios de Kiss.
Un estupendo solo de guitarra, literal de otro planeta, brindado por Tommy Thayer, nos mantenía hipnotizados, por esa puesta en escena fuera de este mundo. Como describirlo… platillos voladores estaban por encima de Tommy, quien con su guitarra les disparaba y bombas de estruendo, simulando a misiles, impactaban contra los platillos en la parte superior del escenario.
Todo esto parece un cuento, una ficción, pero poco lejos estuvo de la realidad… y como si fuera poco los clásicos siguieron, “Lick It Up” fue otro de los más pedidos, seguido de temas bien duro y al hueso como “Calling Dr. Love” y el aclamado “Tears Are Falling”.
Uno de los preferidos, en una opinión personal, fue “Psycho Circus”, y es que es casi imposible no tenerlo en el top. Su puesta en escena fue superior, y el estribillo se debía cantar desgarrando las gargantas hasta su límite.
Cada integrante de la banda tuvo su momento de gloria. Un esplendido solo de batería del gran Eric Singer nos tenía alucinando. En medio, interpretaron “100.000 Years” para engancharlo con uno de los momentos más sombríos de la noche… Fue en ese instante, donde las luces se apagaron, y un rostro demoníaco apareció en las pantallas. El mismísimo Gene Simmons, interpretando su solo de bajo, y escupiendo sangre, que le recorría por todo el cuello, se elevó hasta lo más alto del escenario, para tocar la introducción de “God Of Thunder”, quizás la canción más pesada del grupo.
¿Creen que más no se podía hacer en un concierto de Rock?, pues si eso piensan están equivocados… lo mejor estaba por venir.
Por una soga tirolesa, Paul Stanley voló sobre el público y se posó sobre una de las torres en medio del campo, para interpretarnos a dos de los más grandes clásicos de la banda y de la música. El potente “Love Gun”, y el mayor clásico en su historia, “I Was Made For Lovin You”, en donde no hubo una voz que no haya cantado esas canciones.
Aquellos jóvenes que tuvieron el privilegio de vivir la historia de KISS desde sus comienzos lloraban al recordar esas gloriosas épocas, en las que el Rock era quien mandaba en las disquerías, y en la que ese tipo de canciones dominaban las listas del mundo de la música.
Eric Singer dejó callado a más de uno, demostrando su talento musical, y esto quiero recalcarlo muy bien, ya que es muy difícil, para cualquier músico, poder tocar la batería como lo hace Eric, y a su vez cantar el tema “Black Diamond” con esa tremenda voz y esa potencia que lo caracteriza.
El mismísimo Eric nos demostró más de su virtuosismo cuando toco el piano y canto “Beth”, una de las baladas más icónicas de la banda y de la época.
La despedida final fue una fiesta, con las canciones “Do You Love Me” y “Rock & Roll All Nite”, como nos tiene acostumbrados, y es que de otra manera no se podían despedir de su gente, que no sea literalmente una fiesta, con papel picado y fuegos artificiales, dejando en claro cual es la banda más grande e imponente de todos los tiempos.
Dicho esto y vivido este evento tan único como una despedida de KISS en Argentina, hace que sea muy difícil aceptar que es un “Hasta nunca”, que es la última vez que veremos un show de esta magnitud. Esperemos que haya otra oportunidad pero difícil se ve. Mientras tanto no queda otra que agradecer el ser parte de esas 50.000 almas que presenciaron este último show, en el ocaso de su gloria eterna.
CRÓNICA por: Luis Ignacio Pucheta || FOTOGRAFÍAS gentileza de: Víctor Guagnini
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1 Comment
Muy buena la redacción del recital, sentí que estaba en el show